Vendedores ambulantes o callejeros, economía que va en pique
Foto: Archivo Ventana Abierta.
En nuestra cotidianidad es común ver gran cantidad de puestos de vendedores ambulantes que ofrecen desde golosinas pequeñas como dulces, chicles, galletas entre otros, hasta comidas rápidas. Estos puestos por lo general cuentan con una estructura improvisada que invade el espacio público y por lo tanto son negocios que todo el tiempo entrar en polémica con las autoridades o con la misma comunidad por varios factores.
En un primer momento estos negocios surgieron como alternativa al desempleo creciente en el país y fueron, en un momento dado, una opción muy útil para las personas a las que en el camino a sus casas, trabajos o diligencias se les ofrecía algún producto para consumir y que además le ahorraba tiempo y dinero. Sin embargo con el pasar de los años estos negocios se han vuelto muchos más comunes, hasta el punto de encontrar en ciertas partes de las ciudades varios negocios de estos formando una especie de mini plazoleta de comidas.
Como lo afirma Sofía, una mujer de edad mayor que vende tintos en puestos estratégicos de la ciudad, y quien dice que “en su carrito de metal y a punta de tintos logro sacara su familia y su casa adelante”. Un negocio muy rentable que no tiene horarios ni jefes pero que si conlleva a varias exigencias y riesgos personales. Por otra parte Sofía afirma que con el pasar del tiempo el negocio se ha puesto muy complicado debió a que ahora se vende de todo en todos lados.
Hoy por hoy son cientos los puestos de comida callejera que se encuentran en las ciudades lo que ha llevado a que la competencia sea mayor y, de alguna manera, la demanda también, sin embargo se ha visto que la creciente creación de nuevos lugares de comida callejera es algo exagerada en proporción con el número de personas que lo consumen.
Es decir, el aumento de lugares donde venden comida callejera sumada a la desconfianza o poco interés de la gente por no consumir estos alimentos, está llevando a que las personas, como Sofía, que han dedicado su tiempo a la creación y proyección de estos negocios vayan en picada económicamente.
“Ya no se gana lo mismo y además todo con lo que preparamos nuestros productos también se pone más caro”; así lo afirma Sara una joven de 27 años que en vista de no encontrar un trabajo estable encontró en la venta de empanadas un ingreso. Según la joven en un primer momento su negocio le dejaba grandes ingresos de aproximadamente 60 a 80 mil pesos diarios con una inversión de 20 mil pesos máximo. Y al ver que se encontraba mayor demanda por parte de los consumidores invertía 50 mil pesos y ganaba entre 110 a 120 mil pesos y a veces hasta más.
Pero cuando se incrementa el precio de la materia prima y por ende el precio del producto la venta disminuye y a la vez las ganancias. Es por eso que estos negocios van en pique, la economía con cualquier movimiento, en cualquiera de las escalas, afectas hasta la forma más mínima de ingresos, hasta la venta de tintos o empandas
Redacción: Alejandra Morales
Frankly Mayorga
Tatiana Ortiz