Llamado de urgencias hace la salud colombiana
¿Debería ser la salud un negocio rentable?
Los taxistas en Colombia se convirtieron en las ambulancias de la gente desesperada. Melani Carvajal moría y en la Clínica La Sabana transcurrían las horas y no pasaba siquiera el triage.

Foto Revista Semana

El día del suceso ella compartía con sus compañeros luego de una capacitación laboral. De repente sintió que su lugar de trabajo se oscurecía y la mitad de su cuerpo se adormecía; su rostro pálido era el reflejo de que su tensión bajaba rápidamente. Aún con sus ojos abiertos podía evidenciar la preocupación y angustia de quienes la rodeaban.
Entre los pasillos fríos y congestionados de la Clínica, Melani fue testigo de la indignante espera y burla de algunos practicantes, como también, la duda por parte de los médicos en cuanto a los síntomas que presentaba. Pasadas las horas, por fin llegó su turno y como “peluqueando bobos” le dieron un diagnóstico y medicamentos, que las EPS no cubren.
Así como Melanie, muchos bogotanos hacen llamado de urgencias a la salud colombiana; que cada día más se ve afectada por las inconsistencias en los pagos de las entidades promotoras de salud (EPS) a las instituciones prestadoras de salud (IPS), lo que implica para las instituciones públicas el colapso financiero a largo plazo.
Por esta y otras razones, la atención en los hospitales, clínicas, centros de salud y demás se encuentran en cuesta, y además se le suma la falta de pago a estas instituciones (IPS) generando a su vez que no puedan asegurar los salarios de sus empleados y entren en deuda con los proveedores de insumos médicos.
Algo de historia no caería mal
Todo comenzó en 1993 cuando el gobierno implementó la ley 100 que trajo consigo que la salud se convirtiera en mercancía. Antes el Estado le pagaba a los hospitales directamente, ahora, el dinero del Estado y las empresas que aportan a la salud, es entregado a intermediarios, es decir a las EPS, quienes administran los recursos de la salud y tienen la obligación de garantizar la prestación del servicio a todos los colombianos.
¿Qué es lo que sucede?
El inconveniente está en que las EPS no le pagan a las IPS, pues estas instituciones no pueden asegurar los salarios del personal médico, generan disminución de suministros, la imposibilidad para hacer los pagos de nómina a los empleados y el cierre de algunos procedimientos para los pacientes.
Según estudios realizados por la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), se registra una deuda que oscila entre los 5.3 billones de pesos, de los cuales $ 3.0 billones corresponden a deudas en mora, es por esto que la ACHC solicita al gobierno poner en práctica de manera inmediata el giro directo en el régimen contributivo, es decir las disposiciones del Plan Nacional de Desarrollo para pagar las deudas de las EPS.
Las EPS con mayor deuda son:
-Coomeva, Saludcoop, Famisanar, Sura y Sanitas, siendo las que concentran el 48.2% de la cartera del régimen contributivo con un valor de 946.579 millones de pesos en deuda.
-Caprecom, la mayor deudora, con un monto de $295.374 millones, siendo un 18.4% de la deuda general.
-Savia Salud de carácter mixto, con el segundo lugar, la cual concentra el 17.4% de la deuda con una suma de 279.730 millones de pesos.
-Las EPS privadas Emssanar Ess, Coosalud y Emdisalud, son las que mayor deuda reportaron, con $316.395 millones, equivalentes al 19.7% sobre el total del régimen subsidiado.

La relación de las EPS con sus propias IPS tiene como consecuencia el enriquecimiento de las entidades promotoras de salud, es por esto que las 1.161 IPS públicas que existen en Colombia seguirán decayendo progresivamente, mientras que siguen apareciendo más IPS de privados.